miércoles, 12 de noviembre de 2008

LA CALLE POSTA QUE ESTÁ JODIDA

Era una calurosa noche de sábado en el barrio y yo me disponía a encontrarme con mis amigos. Cuando estoy por cruzar el umbral de la puerta, escucho la voz de mi madre que dice: - ¡¡¡Nene, tené cuidado que la calle está peligrosa!!! - No te preocupes vieja que por acá no mandan ninguna. Y entonces salí caminando hasta la plaza. Iba tranquilo cruzando la calle 224 cuando se acercan cuatro persona. A los gritos uno me dice: - ¡Eh, vení para acá y dame las zapa o va a tené un tiro en...! Y justo cuando empezaba a lamentar tener que darle mis zapatillas al moncho ese, aparecieron mis amigos tirando tiros desde el auto. Los chorros empezaron a correr y los perseguimos en el auto hasta bien adentro de la villa. Alcanzamos a ver que se metían en la casa del "Gordo Enrique", y ahí mismo nos dimos cuenta de que íbamos a tener muchos problemas. Creo que nos quedamos quietos en el auto al menos 15 minutos. El aire parecía cortarse con un cuchillo hasta que me decidí a ser yo quien hiciera que nos vayamos de ahí. - Che cortemos de acá, que si nos ve alguna lancha de la gorra parados en la puerta del "Gordo tranza ese" no nos van a dejar de joder más. - Bueno, vamos que ya están por abrir los boliches. - Contestó uno de mis amigos. Uhh!!! No les conté nada sobre nosotros... Vivimos en una de las peores villas de la ciudad. Pero estamos muy lejos de ser como los delincuentes de acá. Podemos dormir tranquilos porque sabemos que nunca robamos ni le hicimos ningún mal a ningún trabajador. Nos conocemos hace muchos años, ya ni me acuerdo cuantos... Es que desde que me acuerdo andamos juntos por el barrio. Bueno, en fin, volvamos a la historia. Llegamos a uno de los boliches más concurridos de la ciudad y ni bien entramos encontramos a un conocido que trabajaba en la barra y nos daba cerveza. Corrió una noche tranquila hasta cerca de las 6 de la mañana. Sentimos un disparo y miramos hacia arriba, parecía como si nuestra peor pesadilla se hiciera realidad. El mismísimo "Gordo Enrique" nos estaba disparando. De repente lo vemos caer hacia adelante, inconciente, y a nuestro conocido con una botella rota en la mano y una enorme risa en su boca. Todavía no sé como pudimos salir de ahí tan rápido. Solo sé que a la media hora de ese descontrol yo estaba en la puerta de mi casa. Cuando entré mi vieja se estaba preparando para ir a trabajar. - Tenés razón vieja. - Le dije. - ¿Por qué? - Y... la calle posta que está jodida. - Y me fui a dormir. No sé por qué... pero creo, que nos vamos a tener que mudar.

El autor de este cuento corto es Marcos Cabrera, alumno de primer año.

El texto responde a las consignas que dió la profe de Lengua y Literatura, Eliana Branchessi: "Produzcan un texto centrado en un tema de la adolescencia, en el que utilicen diálogos que reflejen con realismo el modo de hablar de los adolescentes. Procuren que tenga un tono humorístico.
Mi esposo y yo nos matamos de risa, más porque sabemos que Marcos no anda a los tiros por la vida. Ojalá la disfruten. Para vos, Marquitos un abrazote.
Voy a agregar un comentario sobre Eliana. Como muchos profesores, llega al cole con la "escuela" que da la facultad. Y nuestra realidad, es un crisol de adolescentes con una realidad insospechada para muchos adultos. Preocupada por que los chicos no vivenciaban "las clases de librito" (según sus términos), esta profe urgó en la adolescencia sin miramientos ni cobardías. El producto fueron clases en que los chicos no sólo aprendían sino que se entusiasmaban y competían. Tuve la suerte de presenciar un duelo de poesías sobre diversos temas, donde a una sin terminar se le enfrentaba otra y otra... Poesía mural, poesía ortodoxa, narraciones, cuentos... De muy buen agrado ellos participan de estas horas. FELICITACIONES ELIANA por lo piola y por tu compromiso.

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